
« Te abismas en lo incognito preciso. »
Escribir, para intentar descubrir lo que escribiría si escribiese –como quería Duras. Me arrojo a esa aventura. Me acompaño del silencio en la soledad que me forjo alrededor. Allí aprendo a ver, a oír, a acoger la vida.
Quiero decir este resquebrajarse y volverse a juntar del mundo. Tras la ventana el universo calla y la humanidad sigue su andar contradictorio y yo, yo me maravillo. Elijo el asombro.
Una de estas noches descubrí: No hay ángeles guardianes; los de trapo -en la pira del olvido y la impotencia. No hay techo que de lluvia perpetua me proteja. Extremo. Tal vez sí haya ángeles de tanto en tanto. O sea como dice Raymond Radiguet, más bien soldados de Dios. Prefiero que sigan en la pira.
¿Decir algo sobre la importancia de salvar este texto?… Cada vida humana siendo en instantes sucesivos parecería ser importante. A algunas se las omite mientras otras se nos ofrecen en gesto rimbombante. No siento que pueda dar mucho sentido a la importancia de algo como absoluto. Puedo hablar de mi intento, con lo poco que tengo que es mi vida que se sabe inmersa en esa cosa inabarcable que es « la vida »: he intentado desplazarme del « centro del cuadro », soy uno más de los eventos en el universo. Descubro un ver y un estar en el mundo que la palabra me permite evocar. Y quiero decir esos instantes. ¿Resonarán mis palabras en los otros humanos así como las palabras de otros reverberan en mí? No lo sé, es un acto de fidelidad a la necesidad, de riesgo y desesperanza. De fé poética, como dijo C.
Hay poemas que hacen nacer la « experiencia estética », el sonido justo armonizado con la justa idea. Si un lector, una lectora, pudiese sentir el « roce de la poesía » – sí, Borges, de nuevo Borges-, con algunos de mis poemas… vendría a visitarme, fugaz, la dicha.
