Pregunta el arte: ¿Para qué los artistas?
Los artistas se dedican a la creación. El descubrimiento de formas diversas de actividades productivas y sociales, a las que dan vida al observar atentamente y con su sensibilidad, explaya la vida de los seres humanos. Esta indagación de la vida humana sucede no solo en el contexto geográfico, cultural, social e histórico del artista: le interesa tomar nota de las lecciones de historia y los productos de arte que tiene a la mano. Sí, se trata de una tarea enorme como la vida misma, lo cual explica la diversidad y la complejidad conceptuales y técnicas que el arte ha acumulado desde su nacimiento.
La identificación y definición del rol del arte y del artista no debería suponer un problema si uno recuerda que el arte, del mismo modo que la pastelería, la política, la fabricación de calzado o la jardinería, es una actividad humana que opera en el plano conceptual y en el mundo de los objetos físicos, y que está fuertemente subordinada al espíritu y a las condiciones socio políticas de cada época. El historiador René Passeron escribe:
“Un cuadro –antes de ser un caballo de batalla, una mujer desnuda o una anécdota cualquiera –es esencialmente una superficie plana cubierta de colores reunidos de determinado modo”.
El arte, en todas sus formas, siempre produce evidentemente algo: una modificación en el orden material de un objeto, una vibración en el aire, una luz, un silencio, una destrucción, un movimiento, un relato, una estatua, una experiencia. El artista crea, sencillamente.
Me parece importante poner de relieve esta cualidad del arte, puramente productora y transformadora de la materia y de las emociones. Una desmitificación del rol del arte y del artista es posible por esta vía. Contrastaría, a mi modo de ver, con el ego y la gravedad forzada que creo haber percibido en los contextos académicos o mercantiles. Generalmente, a un artista no le place ver su obra reducida a conceptos simples u operacionales; generalmente, a un mercader de arte no le place ver el precio de sus obras reducido debido al desencantamiento del público. El ejercicio permite al tiempo subrayar el carácter diacrónico del arte. Me permito traducir un comentario que hiciera el artista Artur Zmijewski en una entrevista:
“El arte no es de ningún modo mejor que otras industrias. Él también, del mismo modo, produce objetos de una validez limitada […] los carros se cubren de óxido, y el trabajo del arte se vacía de significado. O, tal vez no de significado, sino de necesidad de llegar a ser específico de su tiempo”.
Todos los objetos ven su materialidad y su función modificadas con el tiempo. ¿Por qué el arte habría de ser diferente? Citaré dos casos preciso que ejemplifican esta relatividad del rol del arte. En la Edad Media, el arte en tanto que oficio existía por y gracias a la institución religiosa. Los íconos de Andrei Rublev son testimonio de una simbología pródiga construida alrededor de la tradición judeo-cristiana. Invoca la armonía de las formas geométricas y somete a sus personajes a gestos contemplativos y más allá de lo terreno.

La Trinidad – Andrei Rublev – 1411 o 1425-27
En La Trinidad, los ángeles proponen un movimiento circular, que refuerza la noción de unidad de la doctrina trinitaria. Los objetos y la posición de las manos y de las miradas contienen también símbolos de la tradición judeo-cristiana. La sensación de lo sublime está representada magistralmente en las obras de Roublev, que aunque encargadas como decoración para las superficies arquitecturales, vehiculan y recogen de manera honesta la creencia del pintor y aquella que predominaba en el contexto europeo. El arte existía al servicio de la fe y de la institución católica.
¿Cómo confrontar el arte de Rublev al de nuestros contemporáneos? ¿Qué tendrían en común? Examinemos el caso de Jean-Michel Basquiat. Hijo de un medio de obreros de Nueva York, no siguió una formación académica y sus primeros lienzos fueron las paredes de las callejuelas. Intentó representar dicotomías como la pobreza y la riqueza y atacar las estructuras de poder y el racismo sistémico.

Jean-Michel Basquiat – Historia del pueblo negro – 1983
Su obra es testimonio de la desilusión provocada por el odio sin sentido y la opresión enraizada en las costumbres de nuestra sociedad. Los elementos religiosos están aquí despojados de misticismo y son utilizados como dispositivos de poder. Mientras que para Roublev la pintura llena de plenitud el espíritu y oculta la realidad pura y dura tras un telón mítico y espiritual, para Basquiat es un dispositivo terapéutico, una plataforma discursiva que responde a un programa ideológico. No se podrían contradecir sus visiones del arte, como no se podría contradecir la experiencia vivida por un ser humano.
¿Crear y despertar el deseo de crear en los espectadores es el rol del artista? Hablamos aquí de la creación “sin destinación y sin finalidad”, para citar a Pierre Bertrand. El arte existe como profesión, como institución, como actividad económica, como práctica técnica, como ocio. Está hecho de la misma materia que la vida humana y los roles que impone al artista, poniendo de lado el de la mera creación, están sujetos a las particularidades contextuales del humano que lo produce y su sociedad.
Dichoso el artista que sabe amar y cuestionar la vida humana, que puede hacer de ella su faro, y dejar que su propia necesidad creadora le revele las motivaciones y los límites de su práctica.
Freddie López
Traducido del francés por Lorena Terán
Bibliografía
BERTRAND, Pierre, Pourquoi créer? [¿ Por qué crear?] Montréal : Liber, 2009 219.
PASSERON, René, L’œuvre picturale et les fonctions de l’apparence, [La obra pictórica y as funciones de la apariencia] Paris : Vrin, 1986, c1980. 3e éd. rev. et augm. 381 p.
ŻMIJEWSKI Artur, Profil Artur Żmijewski, [Perfil de Artur Żmijewski] Article tiré de https://culture.pl/en/artist/artur-zmijewski, Consulté le 14 février 2019
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Question d’art – À quoi bon un artiste?
Les artistes sont voués à la création ; la découverte de diverses formes d’activités productives et sociales auxquelles ils donnent naissance en observant attentivement et avec une sensibilité accrue la vie des êtres humains. Cette recherche sur la vie humaine se produit non seulement dans le contexte géographique, culturel, social et historique de l’artiste ; celui-ci a intérêt à prendre note des leçons de l’histoire et des produits d’art qu’il a à portée de main. Oui, il s’agit d’une tâche énorme comme la vie elle-même, ce qui explique la diversité et la complexité conceptuelles et techniques que l’art a cumulées depuis sa naissance.
L’identification et définition des rôles de l’art et de l’artiste ne devrait pas supposer un problème si on se rappelle que l’art, au même titre que la boulangerie, la politique, la cordonnerie ou le jardinage, est une activité humaine qui opère sur le plan conceptuel et dans le monde des objets physiques, et qu’il est fortement subordonné à l’esprit et aux conditions socio-politiques de chaque époque. L’historien de l’art René Passeron écrit :
«Un tableau – avant d’être cheval de bataille, une femme nue ou une quelconque anecdote – est essentiellement une surface plane recouverte de couleurs en un certain ordre assemblés ».
L’art, dans toutes ses formes, produit toujours et certainement quelque chose : une modification dans l’ordre matériel d’un objet, une vibration dans l’air, une lumière, un silence, une destruction, un mouvement, un récit, une statue, une expérience. L’artiste crée, tout simplement.
Il me semble important de mettre en avant cette qualité purement productrice et transformatrice de la matière et les émotions de l’art. Une démystification du rôle de l’art et de l’artiste est possible par ce biais. Elle contrasterait, à mon avis, avec l’ego et le gravitas forcé que je crois avoir perçu dans les contextes académiques ou mercantiles. Un maitre artiste n’aime généralement pas voir son œuvre réduite à des simples termes ou opérationnels ; un marchand d’art n’aime généralement pas voir le prix de ses pièces réduit à cause du désenchantement du public. L’exercice permet aussi de souligner le caractère diachronique de l’art. L’artiste Artur Zmijewski a fait dans une entrevue un commentaire que je me permets de traduire ici :
« L’Art n’est d’aucune façon meilleur que d’autres industries. Lui aussi, de la même façon, produit des objets d’une validité limitée. […] les autos se couvrent de rouille, et le travail de l’art devient vide de signifié. Ou, peut-être pas de signifié, mais du besoin pour arriver-à-être spécifique à son temps ».
Tous les objets voient leur matérialité et leur fonction modifiées avec le temps. Pourquoi l’art serait-il différent ? Je citerai deux cas précis qui exemplifient cette relativité dans le rôle de l’art.
Au moyen âge l’art en tant que métier existait pour et grâce à l’institution religieuse. Les icones d’Andrei Roublev témoignent d’une riche symbologie construite autour de la tradition judéo-chrétienne. Il fait appel à l’harmonie des formes géométriques et soumet ses personnages à des gestes contemplatifs et hors du terrestre.

La trinité – Andrei Rublev – 1411 ou 1425-27
Dans La Trinité, un mouvement circulaire est proposé par les corps de trois anges, ce qui renforce la notion d’unité de la doctrine trinitaire. Les objets et la position des mains et des regards contiennent aussi des symboles de la tradition judéo-chrétienne. La sensation du sublime est représentée magistralement dans les œuvres de Roublev qui, bien que commandées comme décoration pour des surfaces architecturales, véhiculent et recueillent de façon honnête la croyance du peintre et celle qui prédominait dans le contexte européen. L’art existait au service de la foi et de l’institution catholique.
Comment confronter l’art de Rublev à celui de nos contemporains ? Qu’est-ce qu’ils auraient en commun ? Examinons le cas de Jean-Michel Basquiat. Issu des milieux ouvriers de New York, il n’a pas suivi de formation académique et ses premiers canevas ont été des murs dans les ruelles. Il a tâché de représenter les dichotomies comme la pauvreté et la richesse et d’attaquer les structures de pouvoir et le racisme systémique.

Jean-Michel Basquiat – History of the Black People -1983
Son œuvre témoigne de la désillusion provoquée par la haine insensé et l’oppression enracinée dans les mœurs de notre société. Les éléments religieux sont cependant dépouillés de mysticisme et utilisés comme dispositifs de pouvoir. Tandis que pour Roublev la peinture remplit l’esprit et cache la réalité pure et dure derrière un rideau mythique et spirituel, pour Basquiat celle-ci est un dispositif thérapeutique, une plateforme discursive qui répond à un programme idéologique. On ne pourrait contredire ces visions de l’art, comme on ne peut contredire l’expérience vécue d’un autre être humain.
Le rôle de l’artiste serait-il de créer et d’éveiller le désir de créer dans les spectateurs? On parle ici de la création « sans destination et sans but », pour citer Pierre Bertrand. L’art existe en tant que profession, en tant qu’institution, en tant qu’activité économique, en tant que pratique et technique, en tant que loisir. Il est fait de la même matière que la vie humaine et les rôles qu’il impose à l’artiste, mis à part celui de la pure création, sont assujettis aux particularités contextuelles de l’humain qui le produit et de sa société.
Joyeux l’artiste qui sait aimer et questionner la vie humaine, qui peut en faire son phare, et laisser sa propre envie créatrice lui révéler les motivations et les limites de sa pratique.
Rédigé par Freddie López
Bibliographie
BERTRAND, Pierre, Pourquoi créer? Montréal : Liber, 2009 219.
PASSERON, René, L’œuvre picturale et les fonctions de l’apparence, Paris : Vrin, 1986, c1980. 3e éd. rev. et augm. 381 p.
ŻMIJEWSKI Artur, Profil Artur Żmijewski, Article tiré de https://culture.pl/en/artist/artur-zmijewski, Consulté le 14 février 2019